¿Qué es el amor? No lo sé, pero en Stoner se descubre algo. Stoner es una novela que fue escrita por un estadounidense llamado John Williams y es una obra portentosa: fue denominada “una obra maestra de la literatura”, “una gema”.
Llegó a la Argentina traducida por la editorial Fiordo y también aquí pasó lo mismo que en el resto del mundo: causó furor y apenas salió se habló de ellas durante semanas. Me encontré con el libro cuando la novedad se había disipado y los comentarios insistentes para que lo leyera quedaron bien atrás en el tiempo. Mejor, pensé, sin expectativas exacerbadas.
El nombre de la novela lleva el apellido del personaje principal: William Stoner. Un hijo de agricultores que no trabajará la tierra como estaba previsto, sino que se convertirá en profesor universitario. El personaje desarrollará un profundo amor por la literatura y la docencia, y ambas funcionarán como un remanso o a veces como una salvación, ante las amarguras de la vida cotidiana.
Así se ingresa al mundo de Stoner, con una mirada microscópica de su vida cotidiana. Lo veremos atravesar numerosas situaciones, hasta que el personaje descubre esto: “A los 43 años, William Stoner aprendió lo que otros, mucho más jóvenes, habían aprendido antes que él: que la persona que uno ama al principio no es la persona que uno ama al final, y que el amor no es un fin sino un proceso mediante una persona intenta conocer a otra”.
Así que uno apoya el libro en la falda, relee el párrafo, mira la pared, mira por la ventana, lo marca para no olvidarlo, para que cuando piense en el amor recuerde esta definición. De modo que un libro de apariencia sencilla, sobre un hombre que lleva una vida sencilla, termina elaborando sensaciones muy profundas en torno a la amistad, la muerte, el amor, el trabajo, los asuntos que al fin y al cabo nos ocupan en nuestras vidas cotidianas.
Como acompañamos al protagonista a lo largo de su vida, podemos ver la construcción progresiva sobre estos asuntos, del mismo modo que nosotros vamos viviendo nuestras vidas y elaboramos conceptos, en la mayoría de los casos para tratar de entender. Escribe el autor: » En su madurez comenzó a entender que no era un estado de gracia ni una ilusión; lo veía como un acto humano de transformación, un estado que se inventaba y modificaba momento a momento y día a día, con la voluntad, la inteligencia y el corazón”.
Voluntad, inteligencia y corazón. Parece una buena combinación. Después, claro, la existencia es compleja. Pero qué gusto da encontrar algo en una obra que por un momento fugaz nos genere la sensación de tener una certeza.



