Si buscás un corte de carne rendidor, sabroso y a buen precio, el azotillo es una de esas joyas escondidas de la carnicería. Se trata de una pieza vacuna que se extrae del cuarto delantero del animal, más precisamente de la zona del cuello o cogote, y que se consigue fácilmente en supermercados y carnicerías de barrio.
Aunque no suele figurar entre los cortes más “famosos”, su versatilidad lo vuelve ideal para preparar desde guisos y estofados hasta versiones al horno, a la parrilla o incluso “a la pizza”. Con cocciones lentas y paciencia, el azotillo se transforma en una carne tierna, jugosa y cargada de sabor.
¿Qué lo hace especial?
El secreto está en su textura fibrosa y musculosa, producto de una zona de gran movimiento del animal. Esa característica, que en principio podría parecer una desventaja, se convierte en un punto a favor: con calor lento y prolongado, el colágeno se transforma en gelatina, logrando una carne suave y con un sabor profundo.
Además, su equilibrio natural entre carne magra y grasa le da un gusto particular sin necesidad de muchos agregados. Basta con una base de verduras y algunos condimentos para que se luzca en cualquier receta.
Cómo cocinarlo
El azotillo tiene mil variantes en la cocina. Algunas de las más recomendadas son:
- Carne desmechada: cocida a fuego lento hasta que se desarme, perfecta para tacos, sándwiches o rellenos.
- Azotillo a la leche: hervido en leche con hierbas, que le aporta suavidad y un sabor delicado.
- Arrollado (falso matambre): relleno y cocido al horno o en caldo.
- Picado: ideal para empanadas, pastel de papa, albóndigas o hamburguesas caseras.
- Tuco para pasta: cocinado en salsa de tomate durante horas, ideal para tallarines o ñoquis.
- Azotillo a la pizza: una versión irresistible con salsa, mozzarella y orégano.
- Estofados y guisos: con vegetales, legumbres o vino tinto, siempre se luce en recetas de olla.
- Puchero: aporta sabor y consistencia a esta preparación clásica argentina.
El secreto: paciencia
El azotillo no es un corte “rápido”. Si se lo cocina de manera apurada, puede quedar duro. Pero si le das tiempo y lo tratás con mimo, el resultado es una carne tierna, jugosa y con un sabor intenso que sorprende.
Con la llegada de la primavera y los encuentros al aire libre, este corte se convierte en una opción accesible y deliciosa para compartir en familia o con amigos, ya sea en un guiso casero o gratinado al horno.



